Después de un mes con los miedos de, si se muere, si no se muere... nada: la "joía" sigue p'alante. Lo mismo es del agua destilada (calidad de primera) o porque en mi ausencia estos días, ha abierto el frigorífico y se ha zampado el ladrillo de espinacas congeladas. Fuere lo que fuere, le van naciendo trampas nuevas y de un colorido "presiosísimo".
Y sigo en busca de una mosca que echarle en alguna de las trampas, pero como mi Mari y mi Sandra me dejan el piso tan limpio, no se acerca ni un triste ácaro.
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