Se acercan las fiestas. Esas que son como el queso o las aceitunas: O te gustan a rabiar, o no las puedes ni ver. Particularmente (y tengo razones para lo contrario) me encantan. Contienen todo aquello que me hace sentir bien: Frío, familia, urbe, luces, comidas, copas, vida nocturna... ¡regalos! En fin: quedan unos días de exceso que hay que aprovechar. Por mi parte, el Belén está puesto y solo queda llenar la nevera por si vienen lo reyes que no se asusten si la ven vacía, ya que actualmente, no tiene ni eco. Da miedo pasar por su lado. Te mira con ojos maliciosos, cual depredador al acecho de su presa...
Me mira y murmulla...
Me mira como el mono del armario...
4 comentarios:
Con peores neveras te las has visto y hasta ahora no ha habido nevera que te gane...y las ha habido ¡¡¡mu maaaaalas!!! que yo lo se.
Cuestación popular para llenarla y vaciarla el mismo día...o la día siguiente.
P.D. No encuentro el escrito y habrá que rehacerlo... otra vez a llenar la puñetera nevera...
¿Tú te acuerdas de aquel, por llamarlo de alguna manera, salami? ¡Ni con cuchillos de diamantes!
Ea, pues nada: quedemos para vaciarla. Ahora me dispongo a ir al super. A ver qué pasa.
No solo me acuerdo sino que algunas de mis piezas dentales guardan aun memoria de aquel embutido que superaba cualquier número en la escala de dureza de Mohs... Pero al final le pudimos aunque fuera a fuerza de vela...¡¡¡Que mala es la jambre!!!
La jambre y la voluntad. Que por voluntad, nunca nos faltó.
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