A finales de los 80, tocaba en una orquesta de estas de feria. En una ocasión, en un pueblo cerca de Aracena (Huelva) tuvimos que hacer "matinés" y los pases habituales de noche, con lo que nos quedábamos a dormir en el pueblo antes citado, en una pensión rústica y entrañable. Durante una de las siestas (obligatorias si querías sobrevivir) tuve el sueño más maravilloso que jamás he tenido. Aún hoy lo recuerdo como si lo hubiera soñado esta noche:
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Tumbado en la cama, aparecen en la habitación de la pensión tres compañeros (no recuerdo sus caras, pero eran amigos...) que señalándome un viejo armario que se encontraba a los pies de la cama me dicen: "-¿has visto lo que hay aquí dentro?". Entran los tres en él y desaparecen. Yo me levanto de la cama, y veo que dentro del armario hay una escalera. Subo por ella y da a una azotea, que más que azotea es un jardín. La puerta de salida de la escalera, al volverme, observo que está totalmente cubierta por la hiedra. Echo un vistazo al jardín, y me encuentro con un paisaje de lo más hermoso: árboles, setos, un pequeño lago... todo vestido de los colores más impresionantes que soñar se puedan. Este jardín paradisíaco lo habitaban una serie de animales: un zorro, un pato, dos o tres aves del paraíso, un leming1 y el personaje principal, un búho . Todos ellos con colores impropios a su raza, pero hermosísimos de todas formas.
El búho, desde el suelo, intenta cazar al leming, pero se le escapa. Yo me aproximo y con el pie le acerco al roedor. El búho lo atrapa y lo engulle. Al instante deposita su egagrópila2 a mis pies. Pienso que es un gesto de agradecimiento, y veo que el búho asiente con la cabeza. Asombrado le pregunto: ¿Tú entiendes lo que digo?. En ese momento se transforma en una mujer bellísima. Cubierta con un pareo semitransparente de vivos colores. La cara era lo más extraño y exótico: las cejas estaban divididas en tres franjas de color azul rojo y amarillo, y de la barbilla le salía, a modo de perilla, el final de la pluma multicolor de los pavos reales. Esto elementos, fuera de hacerla extraña o repulsiva, la convertían en el ser más bello que nunca viera.
-Eres el búho ¿verdad? -le digo asombradísimo.
-Sí. Ven sentémonos en ese banco.
Nos sentamos en un banco que estaba cerca del pequeño lago, y veo pasear por su orilla a tres mujeres, igualmente bellas pero sin parangón con mi compañera. Al verlas, le pregunto a la mujer-búho:
-¡Mira! ¿Son esas mujeres el zorro, el pato y las aves?
-Sí. Somos todas iguales. Venimos del mismo mundo.
-Quiero ir contigo. Me he enamorado de ti y no podría vivir sin estar a tu lado.
-No puedes venir -me dice con una sonrisa. -Nuestro mundo es demasiado distinto al tuyo.
-Pero, por favor, deja que termine el pase de esta noche y haré lo que quieras. Por favor, termino de tocar y deja que te acompañe.
Con lágrimas le pedí no sé cuántas veces que me dejara acompañarla, siempre "al terminar la actuación", y ella más y más me lo negaba, aunque siempre con una sonrisa en la cara.
-Dime qué deseas -me dijo cojiéndome una mano.
En ese instante, veo la tierra desde el cielo. A vista de pájaro. Me doy cuenta de lo que soy: un halcón.
Desgraciadamente, la visión duró un instante. El sueño se desvaneció.
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Hoy, he soñado algo que me ha hecho recordar aquello. Un poquito.
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Notas: 1. Leming: Es un pequeño roedor, parecido al hamster, que vive en los países nórdicos.
2: Egagrópila: Algunas aves no defecan. Regurgitan una bola de pelos y huesos que no pueden digerir.
2 comentarios:
Me cago en tus tripas.... así que tu fuiste el que me dio con el pie para que me comiera el buho?...Ya hablaremos!
Un leming iracundo
Y encima, vomitando... si es que hay gente pa'tó.
Bienvenido, hermano.
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