A veces nos pica alguna parte del cuerpo (un brazo, una pierna...) y si tardamos un poco en rascarnos, no encontramos el punto concreto en donde nos picaba. Entonces rascamos al rededor y a veces se pasa el picor pero nos quedamos con la sensación de no haber hecho nada por ello. Otras (ya digo que solo ocurre si tardamos un poco en atender el picor) el mero hecho de rascar en derredor, hace que sin querer toquemos el punto y el picor para de inmediato. El sistema nervioso es increíble.
Pues bien. Me pica algo en el alma, y no doy con el punto. Rasco y rasco al rededor pero... no doy con el puntillo que me calme el picor.
Que no se pase sin que sea rascado.
¡Como dé con él...!
3 comentarios:
Mi abuela usaba un rastrillo de esos con los que juegan los críos en la playa. Prueba a ver.
No me iría nada mal un rastrillito de esos. Besotes, soprafea.
Por cierto, qué bien me lo pasé en la boda de turmana, y ¡qué guapa estaba tu madre!
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