martes, 31 de marzo de 2009

Llegó la época de la poda

Hoy me voy a pelar. Como siempre, una vez al año. Ha tocado ahora, porque las últimas veces, lo hacía al final del verano y era un verdadero martirio. Cada vez que entro en una peluquería recuerdo la primera vez que me pelaron. Y a pesar de la edad (no sé, tendría un par de años como mucho...) recuerdo aquello como una experiencia de lo más traumática. Fue en Cantillana. En la peluquería de "Chorosquito". Recuerdo los mechones de, por aquel entonces, rubio y rizado pelo, y yo llorando como si me estuvieran matando. No podía ver como caían mis rizos al suelo. Cada vez que caía uno, era como si me partieran el alma. Yo llevaba unos pantalones rojos, y no me atrevía ni a quitarme los mechones de él... Cosas de críos, pero que tienen su fundamento: si nadie te dice que el pelo va a volver a crecer, aunque no te duela el corte, no quieres que te lo quiten. Sigue vigente: hay personas que desaparecen de tu vida, y no necesariamente han de morirse para que te duela su partida. Duele su ausencia. Duele su partida. Duele su pérdida.

Por ello, no me gusta pelarme.

Hoy me corto el pelo.

Espero que sea lo único que me duela.

3 comentarios:

Juan dijo...

Lo de que vuelve acrecer, amigo mío, no siempre es verdad y te habla un experto. En mi caso ha habido muchas pérdidas definitivas. Debe ser por el roce con la vida...supongo que por esa misma razón vas perdiendo otras cosas por el camino que siempre lamentas.
De cualquier forma conviene recordar que si lloras por tus pelos, las lágrimas te impedirán verte la calva.
Un beso en la coronilla.

Alicia Murillo Ruiz dijo...

Ay Pajarín. A veces las personas no vuelven... y el pelo se cae. Otras veces las personas se caen y el pelo no vuelve. En cualquier caso en muchas otras ocasiones las personas crecen y el pelo se hace una permanente. Tú tranquilo, que hay quien coge carrerilla para volver con una frondosa peluca a lo afro. Ya verás que tengo razón. Si no que le den.

El Pájaro dijo...

Querido Juan, la calva es una de las cosas que menos me preocupan. Que se caiga el pelo, no me molesta. Ahora, si lo que se caen, son las orejas... tch...

Alicia, eres un solete. Por cierto: ¡Qué bien lo "pasemos" el otro diíta por tu/mi tierra! ¿Que no? Me supo a poco, y estoy deseando de que nos vuelva a unir un escenario. Ya queda menos, sosho.